Pensar los vínculos entre

Pensar los vínculos entre ciencia y cultura en Cuba

Tengo en mis manos un documento de 52 páginas titulado “Tesis a debate. Las ciencias en la construcción de la sociedad y la cultura cubanas” Reúne las tesis que se presentarán a debate a partir de mañana y hasta el 6 de noviembre, en el evento por el 25 aniversario de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, convocado por la Casa, y la Facultad de Filosofía, Historia y Sociología de la Universidad de La Habana.

¿Cuán relevante es en las presentes circunstancias llenas de prioridades de vida, un evento que piensa el lugar de la ciencia en la construcción de la sociedad y la cultura cubanas?

La ciencia es una actividad humana de gran impacto en la vida social, creciente en los últimos 250 años. Se distingue de otras formas de actividad humana por la búsqueda de conocimiento objetivo y la orientación de valor hacia la obtención de verdades comprobadas sobre lo nuevo que se estudia. Sus resultados se traducen en conocimientos teóricos y prácticos, útiles y valiosos para toda la sociedad. El empeño científico requiere dedicación, entrega, sacrificio y compromiso social y ético por parte de quienes se dedican a ella. Son garantías de su valor social y cultural. Pero no por ello deja de ser la ciencia una actividad realizada por humanos de carne y hueso, ubicados en contextos, y épocas, que son simultáneamente portadores de disímiles ideas que van y vienen en el universo simbólico compartido en esas época y sociedad. Como actividad humana, la ciencia encierra en sí misma las ambivalencias propias de lo humano, y en el extremo las posibilidades reales de contribuir al beneficio o al perjuicio, al bien o al mal.

Las mencionadas son todas cualidades apreciables y apreciadas, y con solo mencionarlas bastaría para responder afirmativamente a la pregunta, pues la ciencia es parte inalienable de la cultura.

Lo humano de la ciencia conduce en algunas interpretaciones a la crítica nihilista, como si se tratase de una actividad tenebrosa. En el extremo opuesto se agrupan quienes la consideran un bien absoluto. Ambas posturas están erradas en su extremismo, pues olvidan que la ciencia es parte de la sociedad y la cultura humanas, y que está vinculada estrechamente a esos contextos, que la modifican sustancialmente. Es muy simplificado considerarla solo en términos opuestos como bien y mal, verdad y error, conocimiento y desconocimiento. Todo ello representa una razón más en favor de pensarla en el contexto de la cultura.

Lo que la ciencia es o deja de ser no depende únicamente de la potencialidad que trae consigo una persona particular, un invento, un procedimiento o un conocimiento nuevos. Depende también, y en ocasiones frecuentes mucho más, de lo que la sociedad hace de la ciencia, y con la ciencia y sus productos: cómo los acoge, los entiende, los asimila, o los rechaza, no los entiende o los relega al olvido. También depende, en un plano más general, de cómo la sociedad y el contexto la conduce por un derrotero o por otro. Así, el resultado más excelso de la ciencia tendrá siempre una conexión con la sociedad, no solo con los científicos y el genio humano. Esta será una conexión nada trivial, quiero decir, de esas que traerán consigo siempre sorpresas, unas más agradables que otras.

El contexto social y cultural es fundamental para la ciencia y su impacto en la sociedad, y en reciprocidad, la ciencia y sus impactos son fundamentales para la cultura. Lo ha sido, todavía más, desde la segunda mitad del siglo XX, cuando como resultado del abrazo entre ciencia y tecnología, se hizo presente un gigantesco cambio cultural en la sociedad humana en su conjunto, y se formuló un nuevo tipo de problemas: la primera generación de problemas emergentes.

La crítica a los conocimientos científicos en períodos anteriores giraba muchas veces en torno a la posibilidad de que algunos errores o imprecisiones de los investigadores condujeran a efectos perjudiciales, o que se utilizara para bien o para mal por determinadas personas o grupos. Pero los nuevos problemas que desde la década del setenta se han formulado no tienen su origen en malas prácticas o errores cometidos por los científicos, o por usos desviados de los propósitos nobles. Por el contrario, son problemas emergentes que nos enfrentan a una paradoja: “haciéndolo todo bien, las cosas pueden salir mal”. 

Es tan profundo el conocimiento que aportan las ciencias, y se usa con tanta intensidad y de forma tan extensa, que pueden aparecer resultados imprevistos. Necesitamos aprender a manejarlos. Imprevisto no significa necesariamente ni bueno ni malo, podría ir en cualquiera de esas direcciones o en ambas simultáneamente. Desde entonces, cada vez más, la preocupación por la ciencia y su devenir estrecha el vínculo ciencia cultura, pues lo que ocurre, no depende única y exclusivamente de contar con “buena” o “mala” ciencia, sino también de qué hace una sociedad con ella, cómo la produce desde sí misma, cómo se prepara para comprenderla mejor, y sobre todo, cómo alcanzar el aprendizaje fundamental para manejar socialmente los conocimientos que produce.

El contexto posterior a 2010 añade al panorama una segunda generación de problemas emergentes cuando se comenzó a trasladar a sistemas automatizados y finalmente a la inteligencia artificial decisiones de control que afectan directamente la vida humana, el manejo de las personas, la vida cotidiana y las decisiones desde lo inmediato, personal y local, hasta lo social general, internacional y global. La cuestión una vez más, no radica en que algo se haga bien o mal, sino en cómo encauzamos socialmente un conocimiento que nos cambia profundamente como sociedad.

Tiene todo el sentido del mundo y pertinencia social que un evento de esta naturaleza se convoque en un país cuya ciencia se ha fortalecido, institucionalizado y socializado como parte de la revolución cultural y educacional que trajo consigo la revolución social desde 1959. Ante los retos del presente y el futuro, la ciencia es un valor fundamental de la cultura cubana que necesitamos pensar y repensar.

Las “Tesis a debate. Las ciencias en la construcción de la sociedad y la cultura cubanas” es un documento elaborado colectivamente de forma cooperativa. En su preparación participó un grupo de profesionales, investigadores y docentes de diferentes áreas, que durante varios meses intercambiaron criterios, sometieron a revisión diferentes versiones, primero en cada equipo de trabajo, y las presentaron después a la deliberación con todos los participantes, mediante un proceso de intercambios similar. Fueron intercambios intensos, por momentos apasionados, que dejan el grato recuerdo de la colaboración y el enfrentar cada uno, los puntos de vista del resto, a veces cercanos, otras distantes, pero siempre valiosos para contribuir a la obra común.

El resultado es un conjunto de tesis, valoraciones y recomendaciones que serán objeto de debate en el congreso y se presentan en el documento estructuradas en cuatro grupos:

Grupo de Tesis 1. La ciencia y el desarrollo sostenible. Ciencia, economía y tecnología.
Grupo de Tesis 2. Ciencia y pensamiento científico como parte fundamental de la cultura nacional.
Grupo de Tesis 3. La ciencia como conexión de Cuba con el mundo.
Grupo de Tesis 4. La dirección de la ciencia y la ciencia en la dirección propuestas para un debate.

Ahora serán objeto de análisis crítico por un grupo más amplio de especialistas, que se reunirán a partir de mañana en las instalaciones de la Universidad de La Habana.

¡Enhorabuena por las tesis, el evento, y el 25 aniversario de la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz!

Carlos J. Delgado
2 noviembre 2020

4 comentarios en “CIENCIA Y CULTURA”

  1. Siempre se agradece poder leer estos materiales, es mucho lo que las ciencias sociales pueden aportar en el actual contexto, mil gracias por todo profe

    1. Hola Eliannys,
      Así es, el evento se ha desarrollado muy bien, con unos debates muy fructíferos. Tiene la calidad de un tanque pensante. Cuando concluya mañana haré una breve reseña de lo ocurrido en estos días. Ha sido muy bueno.

  2. Lino Morán Beltrán

    Apreciado Dr. CARLOS, excelente iniciativa! El debate sobre la ciencia convoca a todas las disciplinas socialmente responsables!

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